Todavía no tengo claro cómo explicarle a mi cabeza que ya no tengo que pensar en hablarte ni en intentar cambiar nuestra situación.

 Hoy me enviaste un mail y dude mucho de si responderlo o no, pero lo hice. Obviamente con ilusión, siempre aparece ese vestigio de ilusión.

 Cada vibración del teléfono me hizo palpitar el corazón de manera acelerada, casi como una taquicardia. 

 Con los ojos llenos de ilusión, me escabullía en puntos ciegos de la cámara para revisar si el mensaje era tuyo; con los ojos llenos de ilusión, se apagaba mi esperanza de que me enviases algo.

 El sol se fue yendo de a poco, cayeron unas gotas y me hicieron recordar a la última vez que nos vimos. Creí que significaba algo, pero no.

 Te envío mensajes aunque nunca te lleguen, porque es la única manera de sacarme las ganas de hablarte a vos, a tu concepto, a tu idea y a lo que queda de nosotros.

 Entre muchos "te amo" se me escapó decirte que fuiste y serás mi mejor decisión. Incluso cuando las cosas parecían no poder ser peores, siempre valió la pena aguantar la tormenta por el día siguiente.

 Sé que no podés decir lo mismo de mí, conozco tu perspectiva, tu falta de afecto hacia quien te escribe. Ya no sentís más esas mariposas al pensarme, mucho menos al verme. Y en tu cabeza, en tu cabeza extinguiste los sueños que alguna vez tuvimos mientras mirábamos esa ventana del tren o de nuestro departamento.

 Quizás sea mañana cuando el despertador sea tu llamada o para mi desgracia, no lo sea. 

 Quizás mañana en el trabajo o en la salida, llegue ese mensaje que tanto anhelo. 

 Quizás mañana con tu cabeza apoyada en mi pecho, acariciándote el pelo y dándote besos en la frente mientras miramos nuestra serie. 

 Quizás mañana hacemos cálculos para ese viaje o quizás compartimos un té negro con un par de facturas.

 Quizás mañana, quizás pasado...

 no lo sé.

 

Yo a vos colores

Nota agregada durante la lluvia:

¿Por qué si lo que querías era conmigo, no luchas por eso? 

¿Por qué te esmerás tanto en alargar la distancia entre ambos si tanto vos como yo, queríamos lo mismo? 

¿Por qué cambiaste tanto? 

¿Por qué no elegís amarme como yo lo elijo todos los días para con vos? 

¿Por qué bajaste lo brazos? 

¿Por qué te rendiste con lo nuestro siendo tan jóvenes y pudiendo aún aprender tanto?

Teníamos tanto por dar, por crecer. Nuestra vida estaba lejos de ser perfecta, pero la pulíamos entre los dos, día a día, éramos un equipo dicho por tus propias palabras.


Comentarios

Entradas populares de este blog